La estirpe de Caín - Rosenberg
Tina Rosenberg es una de las mejores periodistas norteamericanas, autora de libros de investigación que no se quedan en la superficie y tratan de llegar al corazón de los hechos. Así ocurrió con Children of Cain. Violence and the violent in Latin America, sobre la sociedad, la guerrilla y la represión en las décadas de plomo, y con The Haunted Land, acerca del postcomunismo en Europa Oriental, que el año pasado obtuvo tanto el Premio Nacional del Libro de los Estados Unidos como el Pullitzer. Lamentablemente ninguno de ellos ha sido traducido al castellano, omisión que Página/12 comienza a salvar parcialmente hoy, con la publicación del capítulo de Los Hijos de Caín dedicado a Alfredo Astiz y a la Escuela de Mecánica de la Armada. Su actualidad no requiere mayor explicación. Cuando se lo propuse, me pregunto qué podría agregar su trabajo, publicado en 1991, es decir antes de las confesiones de Pernías y Rolón, de Scilingo y de Astiz, a todo lo que ya saben los argentinos acerca de la guerra sucia. Tal vez no demasiado en cuanto a información sobre los hechos, aunque el capítulo no deja de ser un buen resumen de lo sucedido, digno de figurar en cualquier biblioteca argentina. Pero Tina Rosenberg tiene la distancia que a nosotros nos falta. Habla con los sobrevivientes como ningún juez o periodista argentino lo hizo nunca. Trata de entender, no de juzgar, y penetra en algunos rasgos de la sociedad argentina con una profundidad iluminadora, aunque sea, posible disentir con más de una de sus afirmaciones. Tal vez haya que esperar a que un intelectual como Martín Grass se decida a escribir sus Memorias de Aquel Infierno para ir más allí de donde Tina Rosenberg con tanta sutileza nos conduce. Por ahora, la lectura de este relato ayuda a entender la guerra sucia y a sus actores, pero también a la Argentina y sus mitos, como el de la isla de refinamiento del viejo mundo en un océano de barbarie.