LOMJE Libres o muertos jamas esclavos - Ernesto Valverde







LOMJE Libres o muertos jamas esclavos - Ernesto Valverde


Un rato antes, cuando la abuela de Cielo llegó a la casa donde se reuniría en minutos la Conducción de la Columna La Plata de Montoneros, le dijo a su hija que había visto un colectivo del Ejército en las inmediaciones. Es muy factible, que el colectivo que vio Élida Verea, fuera una avanzada del grupo que horas antes había atacado la casa donde vivían Chingo y Marisa junto al pequeño Nicolás, en la calle 63, número 1043. Los militares tenían el dato de la casa, donde también el Ingeniero de la orga, Guillermo García Cano, "Paco", había realizado un embute magistralmente disimulado. No sabían que en ése lugar se realizaría una reunión, y que justamente en ésa casa se concentrarían las máximas autoridades de Montoneros en La Plata. La tarde/noche del día anterior, Chiche había ingresado escondidos en la camioneta a Peter por un lado, y en otro viaje a Boogie y Mimi a la casa de la calle 139. Esa misma noche establecieron el orden de retirada en caso de un ataque a la casa. La premisa, siempre, era preservar en primera instancia al militante con más responsabilidad de la organización, en este caso, Amalia. Las fuerzas policiales y del Ejército, una vez que controlaron las acciones en el ataque a la casa de la calle 63 donde vivían y resistieron Adolfo Beraldi y María Isabel Gau hasta morir, poco a poco, comenzaron a llegar al barrio Gambier. Sin sirenas ni alboroto, los militares comenzaron a cerrar la zona, unas  dos cuadras a la redonda de la casa.

Al salir por atrás hacia el pulmón de manzana, lograron avanzar hasta llegar a la calle de atrás. Ahora estaban sobre la 138, entre 47 y 49. Después de almorzar, Laura y Cielo se van a jugar a "la casita" en el patio, utilizando un cajón de manzanas vacío. Todo esto ocurría mientras se escuchaban claramente los tiros que venían de una cuadra y medía de distancia. Desde la casa de 139, los jóvenes respondieron a los militares arrojándoles algunas granadas de mano. El estallido de las mismas, hizo que las niñas, en la casa de 140, se trasladen rápidamente debajo de la mesa de la cocina para guarece  mientras gritaban: -¡¡Vamos, que ganamos!! ¡¡Vamos!!  A la media hora de combate, con momentos de tiroteo intenso, intercalados con ratos de disparos aislados, en el barrio comenzaron a sentir el sobrevolar de dos helicópteros cuyo sonido intenso y cercano, parecia querer ingresar en la casa. La resistencia había durado hasta cerca ele las 15 hs.

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