Todo o nada - María Seoane
Este libro aborda un tema prohibido y, por tanto, inquietante. No se trata sólo de la historia inédita, develada a través de los pliegues de una biografía, del líder del PRT-ERP durante las décadas de los sesenta y los setenta. Séptimo hijo varón de una acaudalada familia provinciana, apadrinado por el general-presidente de un gobierno conservador, pero que se convirtió en uno de los más tenaces enemigos del régimen. Es, también, un repaso de la turbulenta crónica política de los argentinos, y de todos los interrogantes que fueron sepultados sobre la convulsión revolucionaria que comenzó en 1955 con el derrocamiento de Juan Domingo Perón y se extendió hasta el golpe militar de marzo de 1976 y sus consecuencias.
La mayoría de los jóvenes y de las organizaciones políticas que protagonizaron los hechos que aquí se narran han desaparecido. Las fichas policiales, o la historia oficial tanto del régimen como de la guerrilla, no han permitido develar muchas de las incógnitas que los argentinos mantenemos aún bajo llave en nuestra conciencia crítica. ¿Cuáles fueron las claves personales y públicas que explican, y, al mismo tiempo, determinaron la conducta de un jefe guerrillero en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX? ¿Por qué miles de jóvenes pensaron que el camino para las transformaciones sociales podía surgir de la punta de un fusil? ¿Cuáles fueron los legados íntimos, sociales, políticos, económicos, culturales, del mundo y del país, para empujarlos obsesivamente sobre una ruta que conducía al todo o nada? ¿Cuáles eran las ideas y los mitos de la izquierda que los prohijó? ¿Quiénes fueron los protagonistas? ¿Cuál es su mirada retrospectiva y, sobre todo, diversa? ¿Cómo descorrer la venda del pasado sin repetir sus antagonismos?
Con estas preguntas comencé, hace más de tres años, una investigación que, sabía, intentaba desmitificar un tema espinoso sólo abordado en su globalidad por analistas extranjeros y en unos pocos ensayos de mis compatriotas. Las dificultades de la tarea se revelaron inmediatamente: archivos inexistentes en el país; guerrilleros reticentes; sobrevivientes de la represión ilegal con lógico temor; políticos y militares que guardaban, al unísono, un silencio hermético. Entre fines de 1987 y de 1989, antes de la caída del Muro de Berlín que supuso, también, la partida de defunción de la Guerra Fría, pocos fueron los que quisieron hablar claramente de los violentos episodios del pasado reciente. Gracias a ellos, civiles y militares, fue posible rearmar un rompecabezas que me obligó, asimismo, a un periplo por distintas provincias argentinas y países del mundo donde encontrar fuentes que hubieran sobrevivido a las pasiones inquisitoriales o, simplemente, exculpatorias, de aquellos años.
Aun así, hubo cerrojos oficiales que no se abrieron, expedientes que no se encontraron y detalles guardados celosamente como trofeos de una guerra sucia y, por tanto, vergonzosa. Tal vez porque, como señalaba el filósofo alemán Walter Benjamin, todo documento sobre la cultura es, al mismo tiempo, un documento sobre la barbarie.