Los dos lados del infierno - Vincent Bramley



Los dos lados del infierno - Vincent Bramley




Los dos lados del infierno - Vincent Bramley


Bramley no era un tipo de quedarse quieto. En 1993 tuvo una idea que incomodaría al establishment. Se preguntaba quiénes habían sido los verdaderos triunfadores de esa guerra. No le cabía duda de que el Partido Conservador había conquistado un segundo período de gobierno gracias al éxito militar y el patriotismo y un efímero sentimiento de unidad nacional que escamoteó transitoriamente los profundos desajustes sociales y su malestar. Su idea fue simple: reunirse con los soldados enemigos, los derrotados, en su propia tierra y entablar una conversación franca sobre la batalla de monte Longdon, una de las más cruentas. De estos encuentros surgiría la reconstrucción cruda de la guerra y sus consecuencias. No era el momento más propicio para llevar adelante su proyecto: en Gran Bretaña se habían denunciado y comenzaban a juzgarse casos de asesinatos de prisioneros en el frente. Casi “clandestinamente”, asistido por una productora de tevé y algunos cronistas argentinos cuya simpatía se había ganado, Bramley vino al país y empezó sus encuentros. Temía encontrarse con recelo, desconfianza y un sinfín de dificultades. Pero tenía una convicción: no había un libro como éste, donde dos ex enemigos se sientan a reconstruir pasado. “En los suburbios pude ver la extrema pobreza en la que vive buena parte de la población de la ciudad –anota Bramley–. Era frecuente ver vendedores de seis años de edad parados en las esquinas o deambulando entre los autos detenidos en los semáforos. La pobreza que vi me llevó a preguntarme hasta qué punto la gente en Gran Bretaña está en mejores condiciones materiales.” No obstante, Bramley es recibido por sus anteriores contrincantes y entre cervezas y asados, en mesas familiares, entablan una relación entre la amistad y cofradía de los veteranos. El panorama lo impulsa, en la reconstrucción de las historias de vida de sus compañeros y las de sus enemigos a encontrar afinidad en rasgos de clase. Sus enemigos provenían de los sectores más golpeados de la sociedad, de la misma forma que los paracaidistas procedían de familias destruidas y se alistaban intentando tapar con un espíritu de cuerpo las tragedias de hogares arrasados por la inestabilidad, el alcohol y la violencia doméstica. Todo esto es en buena medida Los dos lados del infierno, la segunda crónica Bramley. Pero además está el trabajo sucio de los soldados, la pérdida de control que genera el furor de la batalla, el trato inhumano que recibieron los soldados argentinos por parte de sus propios superiores.


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