Dos caminos PRT-ERP y Montoneros en los sesentas - Caviasca
En este trabajo nos proponemos estudiar y comparar algunos aspectos de las dos organizaciones guerrilleras más importantes de Argentina: el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) y Montoneros. Es nuestra intención abordar el tema desde dos perspectivas: una, desde el presente mirando hacia el pasado, para profundizar el conocimiento a partir de los intereses actuales de las clases populares;1 la otra, poniendo en discusión los planteos de cada organización, una frente a la otra, con el objeto de analizar las diferentes interpretaciones y concepciones que ambas fuerzas tenían respecto de los mismos temas. Analizaremos centralmente el período 1973-1976 por ser éste el lapso durante el cual ambas organizaciones se consolidan y adquieren su mayor desarrollo numérico y organizativo. Esto no impide, sin embargo, que hagamos referencia a hechos y documentos anteriores y posteriores a esta etapa, ya que, en lo que hace al objetivo principal del trabajo (que no son los acontecimientos sino las características políticoideológicas de los revolucionarios argentinos que tomaron las armas), la delimitación temporal es secundaria. Por otra parte, este período histórico -por reciente y conflictivo- se proyecta sobre el presente con una fuerza muy grande. Por aceptación o por negación, la experiencia de los 70 es un punto de referencia en los debates y las prácticas ideológicas, políticas y económicas; aquí se cumple a rajatabla lo planteado por Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte: «La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos». Las citas obligadas sobre esta etapa se vuelven en un punto anacrónicas, al no estar enmarcadas en un balance suficientemente reflexivo del período. Desde las usinas ideológicas dominantes se toma como una referencia negativa el proceso de lucha armada desarrollado en los 70, pese a que la degradación económica, política y cultural de nuestro país es innegable. Más aun si la relacionamos con los niveles de cultura política, participación popular y desarrollo económico que existían hasta hace treinta años.