La incesante publicistica Folletos del primer peronismo (1945-1955)
La publicística del primer peronismo, como es sabido, tiene dos grandes fuentes: la del amor, de evidente inspiración evangélica, y la del trabajo como sede redentora de la comunidad humana. Ambas son credos que heredan cierto misticismo que los movimientos sociales de cualquier signo siempre han preservado para sí a fin de cimentar sus ligaduras organizativas y legendarias. Este tipo de misticismo laico –no ajeno de ninguna manera al yrigoyenismo– también tenía una disposición, latente según el momento y la circunstancia política, para combinarse con la explicitación que realizan las iglesias establecidas en torno a su credo. El peronismo –si hoy podemos definirlo así– bordeó todos esos temas, pero para sí y en su sí-mismo, quiso ser fiel a eso, creó una doctrina –explícitamente llamada de ese modo– que puntualizó, cubrió y se tornó versículo profano que sobredeterminaba todos los órdenes de la vida, sellándolos con una suerte de hedonismo social democrático que valoraba el presente radiante y no dejaba asomar fácilmente los síntomas del conflicto que toda sociedad contiene.
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