Los perros - Luis Mattini
Las vivencias relatadas en este libro pertenecen a dos décadas recientes de la vida de los argentinos, las que, no obstante, empiezan a ser historia. Tiempo que se puede puntualizar más o menos en los dos lustros que van desde 1966 a 1976, la década de los llamados "setentistas" —la que, desde luego, registra antecedentes— y que se prolonga hasta 1983 con el advenimiento de la democracia representativa como forma de gobierno estable, hasta nuestros días. Y rescato el término "setentistas" ante la ausencia de un sustantivo mejor para evitar monopolizaciones excluyentes por parte de las diversas identidades políticas que protagonizaron la época.
Con el vocablo "vivencias" intento definir un modo de enfocar el relato de hechos, circunstancias, relaciones con personas, en los que estuve activamente involucrado. En mi forma expositiva se entreveran los géneros literarios: testimonio, memorias, ensayo. Me propongo reflejar de esta manera la alucinación de la revelación, el humor, los amores y odios, la tragedia y la comedia constituyentes del drama, porque —al decir de Ortega y Gasset— la vida es, en rigor, drama.
Por eso este libro está pensado y trabajado como literatura que privilegia la reseña de la vida cotidiana, los sentimientos de los protagonistas, en aquel contexto de grandes relatos épicos y doloroso final. Porque a veces tengo la impresión de que se conoce sólo una historia, la épica y la tragedia, cuyo desenlace dejó como saldo exilios, torturas, prisiones, muertes y la novísima figura del "desaparecido", vocablo este tan resignificado en Argentina, que se lo pronuncia en castellano en la mayoría de las lenguas europeas. Pero ese luctuoso final oculta la potencia vital de una generación que creyó poder poner fin a un mundo de hipocresías lanzándose a una aventura en la que entregó lo mejor de sí misma y cuyo principal "exceso" fue la búsqueda de la justicia. ¿Podríamos preguntarnos si puede haber exceso de justicia?